Un texto de «obligada lectura» en algunos países
Escrito por Edwin A. Abbott (1838-1926) Director de la City of London School.
Ver Ejercicios Prácticos al final de esta página.
PLANOLANDIA es una narración puesta en boca del habitante de un mundo bidimensional, es decir, de una realidad que sólo tiene longitud y anchura, pero no altura. Es un mundo plano, como la superficie de una hoja de papel, habitado por líneas, triángulos, cuadrados, círculos, etc. Sus moradores pueden moverse libremente sobre (o, por mejor decir, en) esta superficie, pero, al igual que las sombras, ni pueden ascender por encima ni descender por debajo de ella. No hace falta decir que ellos ignoran esta limitación, porque la idea de una tercera dimensión les resulta inimaginable.
El narrador de nuestra historia vive una experiencia totalmente conturbadora, precedida de un sueño singular. En este sueño, se ve trasladado de pronto a un mundo unidimensional, cuyos habitantes son puntos o rayas. Todos ellos se mueven hacia adelante o hacia atrás, pero siempre sobre una misma línea, a la que llaman su mundo. A los habitantes de Linelandia les resulta totalmente inconcebible la idea de moverse también a la derecha o a la izquierda, además de hacia adelante o hacia atrás.
En vano intenta nuestro narrador (cuadrado), en su sueño, explicar a la raya más larga de Linelandia (su monarca) la realidad de Planolandia. El rey le toma por loco y ante tan obtusa tozudez nuestro héroe (cuadrado) acaba por perder la paciencia:
¿Para qué malgastar más palabras? Sábete que yo soy el complemento de tu incompleto yo. Tú eres una línea, yo soy una línea de líneas, llamada en mi país cuadrado. Y aun yo mismo, aunque infinitamente superior a ti, valgo poco comparado con los grandes nobles de Planolandia, de donde he venido con la esperanza de iluminar tu ignorancia.
Ante tan delirantes afirmaciones, el rey y todos sus súbditos, puntos y rayas, se arrojan sobre el cuadrado a quien, en este preciso instante, devuelve a la realidad de Planolandia el sonido de la campana que le llama al desayuno.
Pero aquel día le tenía aún reservada otra molesta experiencia: El cuadrado enseña a su nieto, un hexágono, los fundamentos de la aritmética y su aplicación a la geometría. Le enseña que el número de pulgadas cuadradas de un cuadrado se obtiene sencillamente elevando a la segunda potencia el número de pulgadas de uno de los lados.
El pequeño hexágono reflexionó durante un largo momento y después dijo: «También me has enseñado a elevar números a la tercera potencia. Supongo que 3³ debe tener algún sentido geométrico; ¿cuál es?» «Nada, absolutamente nada», repliqué yo, «al menos en la geometría, porque la geometría sólo tiene dos dimensiones.» Y luego enseñé al muchacho cómo un punto que se desplaza tres pulgadas genera una línea de tres pulgadas, lo que se puede expresar con el número 3; y si una línea de tres pulgadas se desplaza paralelamente a sí misma tres pulgadas, genera un cuadrado de tres pulgadas, lo que se expresa aritméticamente por 3².
Pero mi nieto (hexágono) volvió a su anterior objeción, pues me interrumpió exclamando: «Pero si un punto, al desplazarse tres pulgadas, genera una línea de tres pulgadas, que se representa por el número 3, y si una recta, al desplazarse tres pulgadas paralelamente a sí misma, genera un cuadrado de tres pulgadas por lado, lo que se expresa por 3², entonces un cuadrado de tres pulgadas por lado que se mueve de alguna manera (que no acierto a comprender) paralelamente a sí mismo, generará algo (aunque no puedo imaginarme qué), y este resultado podrá expresarse por 3³.»
«Vete a la cama», le dije, algo molesto por su interrupción. «Tendrías más sentido común si no dijeras cosas tan insensatas».
Y así, el cuadrado, sin haber aprendido la lección de su precedente sueño, incurre en el mismo error de que había querido sacar al rey de Linelandia. Pero durante toda la tarde le sigue rondando en la cabeza la charlatanería de su nieto y al fin exclama en voz alta:
«Este chico es un alcornoque. Lo aseguro; 3³ no puede tener ninguna correspondencia en geometría.» Pero de pronto oye una voz: «El chico no tiene nada de alcornoque y es evidente que 3³ tiene una correspondencia geométrica.» Es la voz de un extraño visitante, que afirma venir de Espaciolandia, de un mundo inimaginable, en el que las cosas tienen tres dimensiones. Y al igual que el cuadrado en su sueño anterior, el visitante se esfuerza por hacerle comprender la realidad tridimensional y la limitación de Planolandia comparada con esta realidad. Del mismo modo que el cuadrado se definió ante el rey de Linelandia como una línea compuesta de muchas líneas, también ahora este visitante se define como un círculo de círculos, que en su país de origen se llama esfera. Pero naturalmente el cuadrado no puede comprenderlo, porque ve a su visitante como un círculo, aunque ciertamente dotado de muy extrañas e inexplicadas cualidades: aumenta y disminuye, se reduce a veces a un punto y hasta desaparece del todo. Con extremada paciencia le va explicando la esfera que todo esto no tiene nada de singular para él: es un número infinito de círculos, cuyo diámetro aumenta desde un punto a trece pulgadas, colocados unos encima de los otros para componer un todo. Si, por tanto, se desplaza a través de la realidad bidimensional de Planolandia, al principio es invisible para un habitante de este país, luego, apenas toca la superficie, aparece como un punto y al fin se transforma en un círculo de diámetro en constante aumento, para, a continuación, ir disminuyendo de diámetro hasta volver a desaparecer por completo.
Esto explica también el sorprendente hecho de que la esfera pueda entrar en la casa del cuadrado aunque éste haya cerrado a ciencia y conciencia las puertas. Entra, naturalmente, por arriba. Pero el concepto de «arriba» le resulta tan extraño al cuadrado que no lo puede comprender y, en consecuencia, se niega a creerlo. Al fin, la esfera no ve ninguna otra solución más que tomar consigo al cuadrado y llevarlo a Espaciolandia -ver el cuento de las arenas (+info) -. Vive así una experiencia que hoy calificaríamos de trascendental:
Un espanto indecible se apoderó de mí. Todo era oscuridad; luego, una vista terrible y mareante que nada tenía que ver con el ver; vi una línea que no era línea; un espacio que no lo era; yo era yo, pero tampoco era yo. Cuando pude recuperar el habla, grité con mortal angustia: «Esto es la locura o el infierno.» «No es ni lo uno ni lo otro», me respondió con tranquila voz la esfera, «es saber; hay tres dimensiones; abre otra vez los ojos e intenta ver sosegadamente».
A partir de este instante místico, los acontecimientos toman un rumbo tragicómico. Ebrio por la formidable experiencia de haber penetrado en una realidad totalmente nueva, el cuadrado desea explorar los misterios de mundos cada vez más elevados, de mundos de cuatro, cinco y seis dimensiones. Pero la esfera no quiere ni oír hablar de semejantes dislates: «No existe tal país. Ya la mera idea es totalmente impensable.» Pero como el cuadrado no ceja en sus deseos, la esfera, encolerizada, le devuelve a los estrechos límites de Planolandia.
En este punto, la moraleja de la historia cobra perfiles sumamente realistas. El cuadrado se siente llamado a la gloriosa y acuciante tarea de predicar en Planolandia el evangelio de las tres dimensiones. Pero cada vez le resulta más difícil despertar en sí el recuerdo de aquella realidad tridimensional que al principio tan clara e inolvidable le parecía; además, fue muy pronto encarcelado por el equivalente de la inquisición de Planolandia. Pero en vez de acabar sus días en la hoguera, es condenado a cadena perpetua y encerrado en una cárcel que Abbott describe, con admirable intuición, como fiel contrapartida de ciertos establecimientos psiquiátricos de nuestros mismos días. Una vez al año, le visita en su celda el Círculo Supremo, es decir, el sumo sacerdote, para averiguar si mejora su estado de salud mental. Y cada año, el pobre cuadrado no puede resistir la tentación de intentar convencer al Círculo Supremo de que existe realmente una tercera dimensión. Pero el sacerdote menea la cabeza y desaparece hasta el año siguiente.
Lo que este texto («Planolandia») presenta es simplemente la relatividad de la realidad. Y por esta razón sería deseable que los jóvenes hicieran de esta obra su libro de lectura. La historia de la humanidad enseña que apenas hay otra idea más asesina y despótica que el delirio de una realidad «real» (entendiendo, naturalmente, por tal, la de la propia opinión), con todas las terribles consecuencias que se derivan con implacable rigor lógico de este delirante punto de partida. La capacidad de vivir con verdades relativas, con preguntas para las que no hay respuesta, con la sabiduría de no saber nada y con las paradójicas incertidumbres de la existencia, todo esto puede ser la esencia de la madurez humana y de la consiguiente tolerancia frente a los demás. Donde esta capacidad falta, nos entregaremos de nuevo, sin saberlo, al mundo del inquisidor general y viviremos la vida de rebaños, oscura e irresponsable, sólo de vez en cuando con la respiración aquejada por el humo acre de la hoguera de algún magnífico auto de fe o por el de las chimeneas de los hornos crematorios de algún campo de exterminio.
Fuentes: Paul Watzlawich. «¿Es real la realidad?.» Ed. Herder. Pág. 68.
Edwin A. Abott. (1992) «Flatland. A romance of many dimensions». Seeley Co. Ltd. London.
Ficción Cerebral – audio de 3 minutos
Ejercicios prácticos para el día a día.
Nota: los siguientes ejercicios se pueden sumar al trabajo de la Autobiografía (+ info) a modo de limpieza gradual de cada capa de nuestra «Identidad» (+ info)
• EJERCICIO Nº 1 • Prueba a realizar un repaso de los niveles de consciencia que has tenido en tu ciclo vital. Por ejemplo, cómo percibías el mundo como un niño/a y cómo esa visión se vino abajo al convertirte en un adolescente. La confusión y sufrimiento que generó este tránsito, la pérdida de inocencia, de creencias, la ganancia de conocimiento, libertad, responsabilidad, etc.
Puedes hacer igual con las siguientes transformaciones evolutivas: de adolescente a joven, de joven a adulto, desde la adultez a la madurez, de la madurez a la vejez, desde la vejez hacia la muerte.
Este ejercicio es más útil, si se realiza por escrito y tras haber entrado en estado de Relajación (+ info) o Mindfulness (+ info) , donde se favorece el acceso a la «memoria inconsciente», disminuyendo el tamiz de la mente racional (racionalización, lógica, creencias, etc). Puedes dedicarle unas semanas a hacerlo, en tus ratos libres, sin prisa y con honestidad interna.
Probablemente observarás, que mientras más bajo era el nivel de consciencia, más necesitabas agarrarte a otras personas y a creencias idealizadas, para soportar la propia existencia (papá y mamá, los reyes magos, los superheroes, el amor de pareja ideal, etc). Por lo que podemos entender el Crecimiento Personal (+ info) como un proceso de des-idealización, que nos acerca a la vacuidad de la existencia (sin existencia inherente, en última instancia).
• EJERCICIO Nº 2 • De modo similiar al ejercicio anterior, puedes agrupar a las personas significativas que han influido en tu vida, desde los tres niveles de consciencia descritos en el texto de Planolandia. Ya sean familiares, profesores, amigos, compañeros, escritores, artistas, etc. Ponle temporalmente la «etiqueta» que más te guste, por ejemplo:
a) «Pastores«. Personas en las que predomina un estilo de vida basado en «la realidad real» (luego tienden a imponer su percepción de la realidad a los demás, como única y correcta). En numerosas ocasiones son personas bien intencionadas. Suelen encontrarse en un estado que restan posibilidades de crecimiento personal a los demás. Desde la psicología de los Eneatipos, podríamos hablar de rasgos de personalidad 1, 9, 6 social, etc.
b) «Rebaño«. Personas en las que predomina un estilo de vida basado en la Normopatía (+ info) (no perciben otros niveles de consciencia, luego no se plantean las normas sociales existentes en su época). «Esto es lo que hay y salir de ahí es raro, sin sentido, erróneo, peligroso, loco, etc». Ver Mitos de la Terapia (+ info) . Son personas que se encuentran en un estado de confluencia con las normas sociales. Generalmente no aportan muchas posibilidades de crecimiento personal, aunque suelen ser personas muy bien adaptadas a su sociedad de referencia (a nivel laboral, en el mercado de la personalidad, habilidades sociales, etc). Desde la psicología de la personalidad podríamos hablar de rasgos 9, 3, etc.
c) «Buscadores«. Personas en las que predomina un estilo de vida basado en «la relatividad de la realidad» (pudiendo percibir niveles de consciencia inferiores y probablemente investigar sobre niveles superiores). Soportan vivir con verdades relativas, con preguntas para las que no hay respuesta, con la sabiduría de «no saber nada» (Sócrates) y con tolerancia frente a los demás, al tener desarrollada la propia madurez personal. Desde la psicología de los Eneatipos, podríamos hablar de personas que comienzan a flexibilizar su fijación caracterial predominante.
Autodiagnóstico. ¿Hoy en día, siguen algunas de estas creencias, emociones, conductas, etc. vivas dentro de ti? ¿Condicionan o limitan de algún modo tu vida cotidiana? ¿Cuales son las más importantes? ¿Te gustaría aprender a librarte de ellas?
«Personas buscadoras». ¿Has tenido algún encuentro con alguien que tuviera un elevado nivel de consciencia? (como la Esfera, en el texto de Planolandia). Esta pregunta no es fácil de responder, ya que reconocer a estas personas inicialmente no es nada fácil. Habitualmente hablan poco y cuando lo hacen, suelen decir cosas extrañas respecto a las creencias sociales predominantes.
• EJERCICIO Nº 3 • Crecimiento personal (+ info) Por supuesto, todos los seres humanos tenemos momentos de «pastores», «rebaño» y «buscadores». Ya que vamos aprendiendo en la escuela de la vida, a base de ensayos y errores. Ver quiénes somos realmente y qué es «La Realidad» (+ info) . Por lo que las tres «etiquetas» descritas anteriormente, están también dentro de nosotros mismos, siendo conveniente que vayamos limpiando nuestro «corazón», hasta que nos libremos de ellas.
Un ejercicio para conseguir esto es el entrenamiento en el Continuum Atencional (+ info) . Donde desarrollamos la habilidad de estar atentos serenamente, a las oportunidades de «ampliar la mirada» en el día a día. Por ejemplo al leer un libro, ver una película, una obra de arte, etc. Y por otro lado, de des-creernos los condicionamientos (miedos, hábitos, creencias, etc) del pasado, que cruzan por nuestra mente en el presente.
De este modo, cada segundo es una oportunidad de aprendizaje y cambio personal. Evitando los circuitos cerrados de no-cambio y sufrimiento. Estos mini-impactos positivos se pueden ir anotando en un Diario Personal (+ info) . Esto sólo nos ocupará unos minutos al día para su realización. Más adelante descubrirás que el diario se convierte en un cuaderno de bitácora que impide perderse en el laberinto de la mente y la vida.
Comparte Salud (+ info) . Si crees que alguna de estas páginas le puede ser útil a otra persona.
3 respuestas a «Planolandia»
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[…] Si no has llegado a los resultados esperados, no te preocupes, habrás registrado bastante información útil para conocer mejor tus déficit y podrás reformular el plan de otro modo, afinándolo de nuevo. Puedes pedir ayuda exterior a otras personas de tu confianza, que vean el problema con más distancia. Si aún así, no llegan los resultados puedes valorar diseñar tu plan con un terapeuta, quizás hay puntos ciegos no detectados. Ver Planolandia (+ info) […]
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