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Aprender a ser feliz

Descripción sobre «qué es la felicidad genuina», cómo introducirla en nuestras vidas de un modo realista y cómo transmitírsela a los niños. Ver vídeos demostrativos, etc.

 ¿Nos interesa ser felices?

La mayoría de personas quieren mejorar sus condiciones de vida y la de sus seres queridos. Independientemente de sus creencias culturales, sociales, educativas, políticas, religiosas, científicas, etc. Parece que es algo que nos caracteriza como especie.

Luego es un proceso natural, el querer desarrollar nuestra habilidad de ser felices y transmitírsela a nuestros hijos, familiares, amigos, etc.

¿Qué es la felicidad?

La palabra felicidad, proviene de felicitas que significa fértil. Es decir, aquello que produce frutos, que se reproduce o que produce con abundancia.

En nuestra cultura, para definir este término de un modo realista, nos referimos frecuentemente a un estado de ánimo positivo, que produce satisfacción (estar a gusto, contento, alegre, optimista, etc). En oposición a estados de ánimo desagradables como la tristeza, el malestar, la disforia, etc.

También la podemos definir como algo idealizado, un estado de bienestar absoluto, que parece que nunca llega del todo y que está lejos. Pero que podemos adquirir a través de una nueva pareja, el dinero, el estatus, etc.

¿Entonces, hay varios tipos de felicidad?

En las grandes tradiciones de conocimiento (Grecia Clásica, Judeocristiana, Islam, Hinduismo, Budismo, Taoísmo, etc) podemos encontrar dos tipos básicos de felicidad, que coinciden con los descubrimientos actuales de las ciencias modernas (psicología, psiquiatría, etc). Podríamos llamarlas:

a) La felicidad de fuera hacia dentro.

Que es la que tomamos del mundo. Nos proporciona placer y bienestar a través de innumerables bienes, servicios, objetos e incluso personas, que podemos conseguir de la naturaleza y sociedad. Nuestra cultura de consumo, se basa en este tipo de felicidad. «Compra mi producto y serás más feliz». Es una orientación hacia el placer hedonista.

Pero para poder coger más felicidad del mundo, vamos a  necesitar más dinero, poder o prestigio (estatus social). Su máxima podría ser «Los que dicen que el dinero no puede comprar la felicidad, es que no saben donde comprar».

Es por naturaleza competitiva, ya que hay que tener más dinero, poder o prestigio para acceder a ella. Lo cual pondría inevitablemente en conflicto a la mayoría de los 7.200 millones de habitantes del planeta. Debido a que mientras más se tiene de este tipo de felicidad, más se quiere.

Pero cualquier cosa que hayamos cogido del mundo, al final lo perderemos (objetos, servicios, personas, etc). Con lo cual necesitaremos más. Es por tanto una felicidad transitoria. Parece que las cosas de este mundo, son un préstamo que hay que devolver.

b) la felicidad de dentro hacia fuera.

La podemos definir como la felicidad que nosotros aportamos al mundo o a la vida. Esta no se consigue externamente, sino que se cultiva o desarrolla internamente, a través del entrenamiento personal en la salud mental (conociendo el funcionamiento de nuestra mente, la inteligencia emocional, atencional, etc), la ética (desarrollando la convivencia con los demás) y el conocimiento (la consciencia personal, social y ambiental). Luego no tenemos que perseguirla fuera, siendo independiente del dinero, el poder y el estatus social.

Es por tanto, de naturaleza no competitiva, solidaria y cooperativa. Mientras más desarrollo mis recursos internos, nadie tiene menos. Incluso al contrario, ya que hay una tendencia a transmitirla a los demás. Así se reducen las probabilidades de conflicto con las personas que nos rodean.

Además es más estable en el tiempo. Nos acompaña donde y como quiera que estemos (la soledad, la enfermedad, etc). Incluso algunas tradiciones afirman que es útil en el momento de la muerte (Budismo, Hinduismo, Sufismo, etc). Y no sabemos si aún más allá.

En nuestra sociedad de consumo es descalificada sutilmente. Situándola en el terreno de los soñadores, filósofos poco realistas, etc. Probablemente porque no produce mucho negocio económico.

Los Griegos clásicos la llamaron eudaimonia. La felicidad genuina o plenitud del ser. Sócrates y Platón afirmaban que la felicidad más elevada provenía de conocer la realidad tal y como es. San Agustín la describía como el disfrute de la verdadera verdad. Todo esto es coherente con el principio «la verdad te hace libre» que podemos encontrar en distintas culturas. Aporta por tanto comprensión, desarrollo de la consciencia, libertad y un sentido de vida.

¿Pero, donde se enseña esta felicidad genuina?

Tenemos universidades con estupendas facultades de matemáticas, física, química, biología, arquitectura, etc. Que sirven para conseguir más cosas del mundo.

Pero ¿donde está la facultad de la felicidad genuina? donde podamos desarrollar nuestros recursos internos de conocimiento de nuestra mente, aprender a estar felices cuando nos encontramos solos, en social, etc. ¿No debería ser esta la facultad más importante?

Supongo que los psicólogos, pedagogos, profesores, filósofos, teólogos, etc. tenemos mucho que mejorar y aportar a esta sociedad, que obviamente no está muy sana emocionalmente, ni ambientalmente.

Son escasos los países que han dedicado esfuerzos institucionales, para hacer llegar estos conocimientos a toda la población. Por ej. Finlandia, con el sistema educativo público más desarrollado del mundo. Bután, con su índice de felicidad bruta. Tibet, con innumerables monasterios para el entrenamiento de la naturaleza de la mente. Etc.

Así que en nuestra cultura, cada uno va cultivando su felicidad genuina, como buenamente puede, en un proceso individual de búsqueda del bienestar.

¿Cómo enseñar a nuestros hijos a ser genuinamente felices?

Puesto que la eudaimonia es algo que se cultiva, lo primero es ir desarrollándola en nosotros mismos, para que esta sea transmitida de forma natural e inconsciente, en nuestras relaciones familiares, valores, estilo de vida, etc.

De un modo realista, con los márgenes de acción que nos permite la vida moderna. Por ejemplo incluyendo alguna actividad en nuestra apretada agenda semanal, como el entrenamiento en Relajación (+ info) , Mindfulness (+ info) , Meditación (próximamente) , etc. Dos horas a la semana y en grupo, puede bastar para desarrollar herramientas que producen bienestar y salud mental.

Los niños deben aprender a estar en esta sociedad (colegio, preparación para el mundo laboral, etc) pero no perderse en ella (aprendiendo a defenderse de la publicidad, consumismo, pérdida de valores saludables, actividades de distracción e inútiles, alienación, etc).

Ellos aprenden naturalmente a través del juego, la diversión y estando en grupos. Cada niño trae gustos específicos, que deben de ser atendidos y respetados (el deporte, la música, el baile, etc).

En esta sociedad (en la que se nos bombardea con información, nuevas tecnologías, publicidad, consumismo y propaganda) tienen especial relevancia las actividades que permiten desarrollar la atención.

Esta es la puerta de entrada, para desarrollar posteriormente otros tipos de capacidades mentales, como la inteligencia volitiva, emocional y la cognitiva. Y además es magnífico para prevenir el fracaso escolar, el déficit de atención, la hiperactividad, problemas de conducta, etc.

Ejemplos de actividades que requieren entrenar la atención, la concentración, la creatividad y el contacto con el cuerpo, pueden ser: las artes marciales, la música, el baile, el deporte en equipo (no de competición), etc.

También existen programas explícitos para entrenar la atención, a partir de los 5 años de edad, como el mindfulness para niños.

Como conclusión final

Una Educación Saludable (+ info) para los niños y que permita desarrollar la felicidad genuina, probablemente debe de estar caracterizada por:

1) estar rodeado de adultos que cultivan su propia felicidad genuina, practicando actividades saludables como el entrenamiento en relajación, mindfulness, yoga, meditación, etc.

2) aprender a estar en esta sociedad (educación reglada, socialización, formación para el empleo, etc) pero sin perderse en ella (aprender a defenderse de la publicidad, consumismo, pérdida de valores saludables, actividades de distracción e inútiles, etc). «Salud Social» (+ info)

3) practicar actividades que permitan el entrenamiento de la atención, como puerta de entrada para el desarrollo integral del niño (inteligencia volitiva, emocional, cognitiva, etc) y una integración ética en la sociedad.

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